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<< Vientos de guerra en el este>>
Se iniciaba este editorial, hace justo un año, destacando el ”intenso deterioro económico ocasionado por la irrupción de la Covid-19 y las limitaciones de actividad y movilidad aprobadas para limitar la expansión de la pandemia” que había acontecido en 2020, sin la capacidad de prever que, doce meses más tarde, la situación de emergencia sanitaría seguiría sobre la mesa.
Así, aun cuando la aparición de nuevas variantes amenazaba con poner contra las cuerdas los avances logrados, el buen ritmo de vacunación -tanto regional como nacional-, el ajuste dinámico de restricciones a la evolución de las tasas de incidencia y una mejor comprensión de los mecanismos de transmisibilidad del virus, han abierto una puerta a la esperanza.
De este modo, la actividad económica, con ciertos altibajos derivados de las sucesivas olas, se ha ido reactivando de manera gradual durante 2021. Sin embargo, la recuperación es todavía incompleta y, todo sea dicho, avanza con menor rapidez de la inicialmente esperada.
En particular, el elevado grado de incertidumbre hace difícil precisar el comportamiento económico regional en dicha anualidad, sin ayudar a su vez las presiones salariales, el encarecimiento de la energía y la falta de suministros, todo ello ligado a unos niveles de inflación no vistos en los últimos treinta años. En este sentido, el PIB regional se habría expandido entre un 3,4% y un 7,8% en 2021, tras anotar la anualidad previa una de las menores contracciones autonómicas (con un retroceso del 8,3%, frente al -10,8% nacional). Aunque son registros suficientes para situar a la Región de Murcia entre las comunidades con un mejor balance en el bienio 2020-2021, queda todavía lejos el retorno a la normalidad previa a la pandemia.
El año 2022 arranca en condiciones más débiles de lo esperando, entre otras causas, por la existencia de un repertorio de riesgos crecientes, factores imprevistos hasta hace poco, que harán que la anualidad relaje expectativas.
En efecto, la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso ha creado un drama humano difícil de asimilar. Las consecuencias últimas trascienden los daños socioeconómicos que puedan producirse, pues atentan contra el Estado de Derecho, la convivencia entre naciones democráticas y las vidas de millones de seres humanos, sin olvidar que, en un mundo cada vez globalizado, las consecuencias traspasarán fronteras.
Murcia, marzo de 2021
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